Trufas en la Patagonia, el sueño de Humberto

Durante años espero los primeros frutos de sus plantas truferas, pero durante muchos más años apostó a la producción de frutas. Cuando ya el ciclo productivo parecía acabarse ocurrió el encuentro con Rafael Enríquez, un ingeniero forestal dueño de Biotruf en Chile. Y el encuentro fue producto de una mala pasada de la camioneta del ingeniero chileno que lo obligo a detenerse en una estación de servicio de Choele Choel, hasta allí llegó Humberto y al ser consultado por un mecánico respondió que a esa hora no había quien lo atendiera. Considerando la situación del viajero que trasladaba a su familia con niños pequeños Castro les ofreció llevarlos hasta su casa en la chacra y que los niños tomaran algo calentito y que pudieran descansar.
Según nos cuenta Humberto en la charla surgió que el ingeniero forestal era especialista en trufas y le dio una charla de cómo es la producción de este hongo al que se lo denomina el diamante negro de la tierra. La producción de trufas fue un sueño que Humberto Castro alimentó hace muchos años en las cinco hectáreas que comparte con su esposa, Mónica Fantino y sus hijos en Paso Piedra, Choele Choel.
La trufa es reconocida mundialmente como el hongo comestible más fino y deseado de la gastronomía. La cosecha en todos lados del mundo se hace con perros o chanchos. En América se usa más el perro. Este 10 de julio pasaron los perros y cosechó unos excelentes ejemplares que nos muestra con orgullo y emoción.
Humberto Castro tiene 74 años y el entusiasmo de un joven, esta orgulloso de su logro, lo vive apasionadamente, nos recibió en su casa y junto a él se encontraba Agustín Lagos, dueño de Trufas del sur, proveedor de robles y encinas inoculados y asesor de Humberto. Dueño además del perro que utilizaban para cosechar. Los sólidos conocimientos de Agustín me permitieron adentrarme en el mundo de la producción de trufas. El cultivo de trufas negras es muy rentable en pequeñas superficies, pero demanda mucho trabajo de mantenimiento. Según nos explica Agustín, deben existir ciertas condiciones como una luz solar determinada, observar constantemente la aireación del suelo, vigilar los niveles de humedad para evitar que el fruto se pudra o se seque y controlar las plagas, especialmente las hormigas.
Humberto nos cuenta que ha recibido solicitudes de varias partes del mundo inclusive de España donde se hay muy buena producción y consumo de trufas “me pidieron nueve kilos por semana”, nos cuenta y se garra la cabeza “todavía ni soñamos llegar a esa cantidad” es un productor pequeño con unas 120 plantas.
A sus 74 años Humberto sigue apostando a la producción y se embala pensando que la Patagonia puede convertirse en una cuenca trufera de una gran dimensión. Gracias Humberto por atendernos y gracias por ese entusiasmo que irradias. Por un ratito compartimos su ilusión super sport, como diría Horacio Ferrer, y nos dimo una vueltita.
M.E.G.