Entre peras, manzanas y Vaca Muerta: el arte de transformar la fruta en experiencia líquida

Mariana Barrera, al frente de la bodega Pülku en Villa Regina, transforma peras y manzanas en sidra de autor mientras observa cómo la energía redefine el Alto Valle.

22 de septiembre de 2025Redacción CentralRedacción Central
Pülku-Sidras

En 2010, la familia Barrera tomó una decisión que marcaría un cambio de rumbo: vendieron su casa en Bariloche y compraron una chacra en Villa Regina. No se trataba sólo de cultivar peras y manzanas, sino de crear un producto con identidad propia, capaz de transformar la tradición frutícola en un deleite gourmet. La inspiración llegó desde Irlanda y otras regiones europeas, donde la sidra de pera revela aromas y matices imposibles de ignorar.

El camino no fue sencillo. El Código Alimentario Argentino no contemplaba la sidra de pera, por lo que los primeros lotes fueron de manzana, hasta obtener la aprobación oficial de la nueva variedad. Hoy, Pülku se erige como una bodega que combina innovación, cuidado artesanal y respeto por la fruta.

El proceso de elaboración es casi vinícola: las frutas se trituran, se prensan y el jugo fermenta con levaduras indígenas presentes en cada pera o manzana. Fermentaciones que duran entre 15 y 20 días —y que a veces se prolongan hasta dos meses— entregan una sidra con aromas profundos y personalidad definida, lista para acompañar tragos, maridajes y experiencias gastronómicas durante todo el año.

La historia de Mariana también es de resiliencia. Tras la muerte de su padre y un incendio en la plantación, asumió la conducción de la bodega sin experiencia previa en agricultura ni en bebidas alcohólicas. Aprendió de productores, sommeliers y chefs, y construyó una estrategia que convirtió la sidra en protagonista en bares, restaurantes y hoteles de Buenos Aires, desestacionalizando su consumo.

Pülku-Pera

Mientras Pülku crecía, Mariana observaba los cambios que Vaca Muerta trae al Alto Valle. Desde el aire, el paisaje revela pozos petroleros que se superponen a chacras frutícolas, el auge inmobiliario y la presión sobre la mano de obra y los servicios locales. Para ella, el verdadero desafío es que la energía impulse la diversificación sin desplazar la producción agrícola.

Su visión combina dos mundos: energía y agroindustria. Apunta a que productos locales como la pera Williams y la sidra de autor conquisten mercados internacionales, reforzando la marca Patagonia como sinónimo de calidad, innovación y territorio. En cada botella de Pülku late esa apuesta: preservar la identidad frutícola mientras se aprovecha la riqueza energética de la región.

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